No puedo pagar las deudas ¿qué puedo hacer?

No puedo pagar las deudas ¿qué puedo hacer? Es normal que en situaciones económicas difíciles nos veamos un poco acosados por las deudas, sintiendo que no podemos hacer frente a todos los pagos que se nos presentan día a día. Lo más importante en estas ocasiones, y aunque suene un poco a tópico, es mantener la calma y organizar los pagos según la importancia de los mismos.

No puedo pagar las deudas ¿qué puedo hacer? Renegociación deudas en Tenerife

Los pagos más importantes son los créditos y préstamos bancarios, que si se dejan de pagar empezarán a generar unos intereses que terminarán siendo insostenibles. Por ello, en el caso de que detectemos que se avecinan problemas económicos y que es muy posible que no podamos afrontar ese tipo de pagos, lo primero que tenemos que hacer es ponernos en contacto con nuestra entidad para explicarles la situación y tratar de renegociar esos pagos de forma que se puedan aplazar.

Por norma general las entidades bancarias prefieren cobrar aunque sea tarde, antes de tener que estar reclamando judicialmente deudas, por lo que si se negocia con ellas se pueden obtener refinanciación, prórrogas para el pago, periodos de carencia en los que sólo se paguen intereses y no capital o reducción en las cuotas mediante el aumento de tiempo para el pago.

En segundo lugar, por importancia, se encuentran el pago de impuestos como el Impuesto sobre los Bienes Inmuebles, los impuestos sobre los vehículos, etc. Algunos de los impuestos se pueden fraccionar, de forma que su pago resulte más cómodo, pero en caso de no poder asumirlo igualmente, existen casos, como el impuesto sobre los vehículos, podemos evitar su pago dando de baja dicho vehículo. Eso sí, recordemos que sí se da de baja un vehículo no se podrá seguir utilizando, lo que nos conllevaría un doble ahorro, pues no tendremos que pagar el seguro obligatorio del vehículo si éste está dado de baja.

En tercer lugar, se encuentran los suministros, pues si no los pagamos se producirá el corte en el servicio y, en el caso de compañías telefónicas, es más que probable que nos incluyan en ficheros de morosos, de los que salir es un suplicio. Por tanto, hemos de valorar qué suministros son los realmente importantes y aquellos suministros de los que se pueda prescindir deberán ser dados de baja. En la mayoría de ocasiones podemos hablar con las compañías para que nos den de baja o simplemente para que nos suspendan el contrato durante unos meses.

Por último, debemos intentar siempre con el camino del diálogo con nuestros acreedores para ofrecerles una renegociación de la deuda o un aplazamiento de la misma. Al igual que los bancos, las demás entidades suelen preferir el cobro, aunque tarde, al inicio de un costoso y largo procedimiento judicial para reclamar deudas. Para todas estas negociaciones podemos contar con el apoyo de un abogado que nos asesorará sobre como afrontar la situación y se encargará de las negociaciones con todos aquellos a los que debamos dinero.

Lo importante es pagar las deudas

Una vez efectuadas todas estas previsiones, si aún así no se pueden afrontar los pagos se podrá solicitar la declaración en concurso del deudor si este tiene varios acreedores, como por ejemplo un préstamo hipotecario, tarjetas u otros préstamos personales. Opción desconocida por muchos, por pensar que se trata de algo inherente a las empresas, constituye una posibilidad para los particulares acosados por las deudas que no ven salida a sus problemas financieros.

La parte negativa es que el pago de préstamos hipotecarios se habrá de realizar igualmente, por lo que si el deudor no puede ni siquiera afrontar el pago de este tipo de préstamos no es una opción viable. Sin embargo, para aquellos que pueden seguir pagando los préstamos hipotecarios siempre y cuando se paralicen otros pagos sí será una opción interesante.

Al paralizar todos los pagos (salvo la hipoteca), el deudor encuentra un resquicio por el que respirar y poder intentar salir de sus problemas económicos. Iniciado el concurso se abrirán dos vías, la liquidación del patrimonio del concursado o la realización de un convenio con los acreedores, en el que se planteará si existe un descuento en la deuda y el nuevo plazo que se establece para el pago de las cantidades que resulten adeudadas. En el caso de que no exista acuerdo con los acreedores para la «quita y espera», la única salida será la liquidación del patrimonio, es decir, la venta de todos los bienes a nombre del concursado para poder satisfacer las deudas con el dinero obtenido. El concurso de acreedores deberemos instarlo a través de un abogado.

En el caso de que por nuestra situación no podamos declararnos en concurso, por no tener una pluralidad de acreedores o porque aún cuando nos paralizaran el pago del resto de deudas no pudiéramos igualmente asumir el pago de los préstamos hipotecarios, una posible salida para esta situación sería proceder a la venta de ciertos bienes que nos puedan procurar unos ingresos con los que tratar de solventar nuestra situación económica.

Por todo lo dicho anteriormente, si estás en una difícil situación económica lo mejor es:

  • No dejar nunca de pagar los préstamos hipotecarios ni personales que tengamos con entidades de crédito o financieras, pues nos acarrearía aun más problemas por las elevadas comisiones que nos podrían aplicar, en lugar de ello debemos de acudir a dichas entidades para buscar una solución al problema mediante la refinanciación o el aplazamiento de la deuda.
  • Ordenar por importancia los pagos, de los más importantes a los menos, siendo los impuestos y tasas públicas más importantes que los suministros.
  • Decidir de qué gastos podemos prescindir, dando de baja esos servicios. Recordemos que ciertos gastos de periodo mensual que en principio parecen pequeños suelen ser elevados si sumamos las cuantías que pagamos al año.
  • Negociar con los acreedores la forma de pago de las deudas. En caso de no tener claro como hacerlo podemos solicitar asesoramiento personalizado a un abogado.
  • Venta de bienes para el pago de las deudas o declaración en concurso de acreedores.

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