En el imaginario colectivo, la figura del abogado ha estado tradicionalmente ligada al fragor de la batalla judicial. Un estratega en el campo de batalla de la sala de vistas, cuya principal arma es la litigación y cuyo objetivo es la victoria sobre el adversario. Solución dialogada de los conflictos. Sin embargo, la justicia del siglo XXI, y con ella la abogacía, se encuentra en una profunda y necesaria transformación.
Solución dialogada de los conflictos
Hoy, la sociedad demanda algo más que victorias tras largos y costosos procesos. Demanda soluciones. Es en este nuevo paradigma donde emerge con fuerza la solución dialogada de los conflictos como la herramienta más inteligente, eficaz y humana para resolver las controversias.
Este artículo le guiará a través de este cambio de mentalidad, explicando por qué el diálogo, la negociación y la colaboración, guiados por un profesional del Derecho, representan el futuro de una justicia más cercana y eficiente para usted, el ciudadano.
Del litigio a la solución: Un cambio de enfoque necesario
Afrontar un conflicto legal es una de las experiencias más estresantes y desgastantes que una persona o empresa puede experimentar. El camino del litigio tradicional, aunque a veces inevitable, está a menudo plagado de incertidumbre, costes económicos y un profundo desgaste emocional. Años de espera, recursos interminables y una sensación de pérdida de control sobre el propio problema son la norma, no la excepción. El resultado final, dictado por un tercero (el juez), puede no satisfacer plenamente a ninguna de las partes, incluso a la que “gana».
Frente a este panorama, emerge una visión renovada: tenemos que pasar de ser litigantes a ser solucionadores. Esta máxima resume la evolución del abogado moderno. Ya no se trata únicamente de dominar la ley para vencer en un juicio, sino de emplear ese conocimiento para construir puentes, facilitar la comunicación y diseñar acuerdos a medida que resuelvan el problema de raíz. Se trata de ir más allá del litigio, de los recursos, del desgaste que supone un juicio, para ofrecer un servicio de mayor valor: la paz social y la resolución efectiva.
El valor de la confianza en la negociación
Es un error pensar que el diálogo excluye al abogado. Todo lo contrario. La presencia de un abogado en la mesa de negociación genera confianza y respeto. Un profesional experto no solo vela por la legalidad del proceso y del acuerdo final, sino que también actúa como un catalizador del entendimiento.
Su abogado es capaz de:
- Gestionar las emociones: Separa a las personas del problema, permitiendo un diálogo más objetivo y menos visceral.
- Analizar los riesgos: Le explica de forma clara y honesta cuáles son las fortalezas y debilidades de su posición, y qué podría suceder si el caso llegara a los tribunales.
- Identificar los verdaderos intereses: A menudo, lo que las partes dicen que quieren (sus posiciones) no es lo que realmente necesitan (sus intereses). Un buen negociador sabe indagar para encontrar esos intereses subyacentes y buscar soluciones creativas que los satisfagan.
- Aportar seguridad jurídica: Garantiza que cualquier acuerdo alcanzado sea sólido, vinculante y ejecutable, evitando problemas futuros.
MASC: Las herramientas para el diálogo
El ordenamiento jurídico español, en línea con las tendencias más avanzadas a nivel europeo, ha impulsado activamente los que se conocen como Métodos Adecuados de Solución de Controversias (MASC). No son una única vía, sino un abanico de posibilidades diseñadas para que las partes, con la ayuda necesaria, encuentren su propia solución. Los más destacados son:
Negociación Directa
Es el método más directo. Las partes, asistidas por sus respectivos abogados, se comunican para intentar llegar a un acuerdo. El papel de los letrados aquí es fundamental para estructurar el diálogo, proponer opciones y redactar el pacto final.
Oferta Vinculante Confidencial
Con ánimo de solucionar una controversia puede formular oferta vinculante a la otra parte y quedará obligada a cumplirla si es aceptada. Del mismo modo, la aceptación de la contraparte es irrevocable.
Derecho Colaborativo
Este es uno de los métodos más innovadores y transformadores. El Derecho Colaborativo o Abogacía Colaborativa es un proceso estructurado en el que las partes y sus abogados firman un acuerdo por el que se comprometen a no acudir a los tribunales. Esta es la clave: todos los implicados se obligan a trabajar en equipo, de forma transparente y honesta, para encontrar una solución mutuamente beneficiosa.
Este nuevo requisito de procedibilidad es exigible desde el 3 de abril de 2025. Debemos igualmente recordar que los MASC no son validos para todos los procesos, ya que existen materias que son excluidas de los mismos. Solicite información al respecto.
El nuevo abogado: Arquitecto de acuerdos
Este nuevo escenario exige un perfil de abogado diferente. Ya no basta con litigar: hay que saber negociar, colaborar y proponer soluciones. El profesional del derecho está llamado a liderar estos procesos de negociación, no como un mero espectador, sino como un participante activo y esencial.
Este liderazgo se manifiesta en:
- Asesoramiento estratégico: Ayudarle a decidir cuál es el mejor método (negociación, oferta vinculante, derecho colaborativo o, en última instancia, litigio) para su caso concreto.
- Preparación exhaustiva: Preparar la negociación con el mismo rigor que se prepara un juicio, estudiando los hechos, la ley, los intereses y las posibles alternativas.
- Habilidades de comunicación: Emplear la escucha activa, la empatía y la asertividad para defender sus intereses sin destruir la posibilidad de un acuerdo.
- Creatividad en la solución: Pensar «fuera de la caja» para proponer acuerdos que un juez nunca podría dictar, adaptados perfectamente a las necesidades de las partes.
Beneficios tangibles para usted: ¿Por qué elegir la vía del diálogo?
Optar por una solución dialogada no es un acto de debilidad, sino una decisión inteligente y estratégica. Las ventajas son claras y directas:
- Ahorro económico: Los costes de una negociación son significativamente inferiores a los de un pleito que se prolonga durante años. Se ahorra en honorarios de peritos y horas de abogado.
- Rapidez y agilidad: Lo que en un juzgado tarda años en resolverse, a través de los MASC puede solucionarse en cuestión de semanas o meses.
- Control del resultado: Usted y la otra parte son los protagonistas y dueños del proceso y del resultado. No delegan la decisión a un Juez que no conoce los matices de su relación o su negocio.
- Confidencialidad: Todo lo que se trata es estrictamente confidencial. El «pleito» no se hace público, protegiendo su privacidad y su reputación.
- Preservación de las relaciones: En conflictos entre socios, familiares o proveedores, el litigio destruye las relaciones. El diálogo, en cambio, puede preservarlas e incluso fortalecerlas al resolver el problema de forma respetuosa.
- Soluciones a medida: Los acuerdos pueden ser mucho más flexibles y creativos que una sentencia judicial. Pueden incluir disculpas, compromisos de futuro, planes de pago personalizados, etc.
Solución dialogada de los conflictos
La promoción de la solución dialogada de conflictos no es solo un beneficio para las partes implicadas; es una oportunidad estratégica para liderar la transformación de la justicia hacia un modelo más dialogado, ágil y cercano al ciudadano.
Un sistema judicial sobrecargado es un sistema lento e ineficaz. Al derivar un gran número de casos a los MASC, se permite que los tribunales se centren en aquellos asuntos que verdaderamente requieren de su intervención, agilizando los tiempos para todos. Esto no busca privatizar la justicia, sino optimizarla. La reciente Ley de Medidas de Eficiencia Procesal del Servicio Público de Justicia en España es un claro ejemplo de este impulso institucional, que busca establecer la negociación como un requisito previo para la admisión de ciertas demandas.
Estamos ante una evolución cultural. Una que nos invita a ver el conflicto no como una guerra que hay que ganar a toda costa, sino como un problema que hay que resolver de la forma más inteligente posible. Y en esa tarea, la figura del abogado como experto solucionador, como arquitecto de acuerdos, es más indispensable que nunca.
La próxima vez que se enfrente a un conflicto, antes de pensar en la demanda, pregúntese y pregunte a su abogado: ¿Hablamos? La respuesta puede ahorrarle tiempo, dinero y, lo más importante, devolverle el control y la tranquilidad.
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